“Hoy todos hemos sentido la necesidad de este encuentro, que es un encuentro en la presencia de Cristo, con nuestro querido hermano, cuya separación de nosotros, humanamente tan trágica y cruel, tiene una elocuencia particular e insólita. [...] Estamos ligados a él con múltiples lazos. Durante estos años fue presidente de la Acción Católica Italiana a nivel nacional. Lo conocí personalmente después del Concilio, en el primer grupo del consejo de laicos; allí lo conocí a él y también a su esposa e hijos. Y ahora que, pasado ese tiempo que tengo que celebrar esta liturgia fúnebre tras su muerte, vuelvo a sentir que es una persona cercana, aunque hace varios años que no nos volvemos a ver. [...] La palabra de la cruz era necesaria; era necesaria la muerte del Inocencio, como acto definitivo de su misión. Era necesario "justificar al hombre..." para sacudir el corazón y la conciencia, para constituir el argumento definitivo en ese choque entre el bien y el mal que recorre la historia del hombre y la historia de los pueblos... Era necesario el sacrificio. La muerte del inocente. Cristo dejó este sacrificio a la Iglesia como su mayor don. Lo dejó en la Eucaristía. Y no sólo en la Eucaristía: lo dejó en el testimonio de sus discípulos y confesores. Mientras hoy nos reunimos idealmente alrededor del cuerpo de nuestro hermano, recordamos que estamos en Roma, que en los primeros siglos fue el espectáculo de la continua repetición de las sangrientas persecuciones de los confesores de Cristo. La tragedia, en cambio, consiste en que se elige la muerte. Eliges la muerte de un hombre inocente. Se elige la muerte de un padre de familia, de un erudito, de un servidor de la comunidad nacional, de un guardián de la cultura, de un promotor del bien común”.

Vittorio Bachelet

Benedicto XVI en la Acción Católica - Roma, 4 de mayo de 2008